>> Ibáñez, F. (Francisco Ibáñez Talavera). Barce-lona (Catalunya), 1936. Dibujante / Guionista. El autor más popular de la Historieta comercial, de los años setenta, se inició como una firma más en el sello barcelonés Marco (en La Risa, en 1953, tras debutar como dibujante niño en 1943 y en el tebeo Chicos; y asomarse en Nicolás, de Clíper y en 1952), y pasó a Bruguera, integrado en la segunda generación de humoristas. Antiguo empleado bancario (Banesto), se internó en la Historieta con muy buenos reflejos para la violencia –el golpetazo, el descalabro y la costalada en el universo de Ibáñez fueron, siempre, de sesgo diferencial–, para el ritmo continuista y para el bocadillo cortante. En sus inicios, su serie emblema, Mortadelo y Filemón (20-I-1958), fue una más, y tan ingeniosa como otras suyas y con tantos ecos próximos como ajenos –el propio Ibáñez reconoció a Vázquez como al mejor humorista–, pero pronto el éxito le desbordó y le condujo por los caminos de la repetición y de la automulticopia («la editorial te obligaba a la imposición de negros; lo que no podías hacer tú, debía hacerlo otro. Era algo catastrófico, una forma de matar al personaje y que a la larga repercutió en el fin de la propia editorial»). Y así, la frescura de sus primeros universos (Don Usura; Haciendo el Indio) se alejaron cada vez más de la posibilidad de una creación reposada, sin presiones, sin la eterna asechanza de la en-trega fija e inamovible. Ibáñez fue un gran creador, un razonable y lúcido observador de la realidad inmediata, pero también un destajero para él y para otros, un fenómeno del desencan-to, un ejemplo salvaje de la industria saturnal. (En 2002, el Ministerio de Cultura le otorgó la Medalla de Oro al Mérito en las Bellas Artes). (A sus personajes, el Ayuntamiento madrileño de Rivas Vaciamadrid dedicó varias de sus calles). >>
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ResponderEliminarIbáñez, F. (Francisco Ibáñez Talavera). Barce-lona (Catalunya), 1936. Dibujante / Guionista. El autor más popular de la Historieta comercial, de los años setenta, se inició como una firma más en el sello barcelonés Marco (en La Risa, en 1953, tras debutar como dibujante niño en 1943 y en el tebeo Chicos; y asomarse en Nicolás, de Clíper y en 1952), y pasó a Bruguera, integrado en la segunda generación de humoristas. Antiguo empleado bancario (Banesto), se internó en la Historieta con muy buenos reflejos para la violencia –el golpetazo, el descalabro y la costalada en el universo de Ibáñez fueron, siempre, de sesgo diferencial–, para el ritmo continuista y para el bocadillo cortante. En sus inicios, su serie emblema, Mortadelo y Filemón (20-I-1958), fue una más, y tan ingeniosa como otras suyas y con tantos ecos próximos como ajenos –el propio Ibáñez reconoció a Vázquez como al mejor humorista–, pero pronto el éxito le desbordó y le condujo por los caminos de la repetición y de la automulticopia («la editorial te obligaba a la imposición de negros; lo que no podías hacer tú, debía hacerlo otro. Era algo catastrófico, una forma de matar al personaje y que a la larga repercutió en el fin de la propia editorial»). Y así, la frescura de sus primeros universos (Don Usura; Haciendo el Indio) se alejaron cada vez más de la posibilidad de una creación reposada, sin presiones, sin la eterna asechanza de la en-trega fija e inamovible. Ibáñez fue un gran creador, un razonable y lúcido observador de la realidad inmediata, pero también un destajero para él y para otros, un fenómeno del desencan-to, un ejemplo salvaje de la industria saturnal. (En 2002, el Ministerio de Cultura le otorgó la Medalla de Oro al Mérito en las Bellas Artes). (A sus personajes, el Ayuntamiento madrileño de Rivas Vaciamadrid dedicó varias de sus calles).
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JC
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